Eras el padre de mi
nena. Llegue al penal de máxima seguridad Miguel Castro Castro en un embarazo
de dos meses y con el brazo derecho fracturado por las torturas que me hicieron
en la DIVISE (División antisecuestros). Ya conocía el penal, había ido solo una
vez a visitarte y en ella dio su fruto nuestra hija.
Sabía que debía pedir
que me coloquen junto a las compañeras tupacamaristas en el pabellón de
“admisión”, así lo hice, pero como era de esperarse el INPE (Instituto Nacional
Penitenciario) no me oyó y decidieron colocarme en el pabellón 1ª que era donde
estaban recluidas las presas de PCP Sendero Luminoso; no ingresé, me quedé en
el “gallinero”, especie de patio pequeño antes de ingresar al pabellón.
En ese trance busqué
el 4to piso del pabellón 2ª donde estaban los compañeros tupacamaristas,
levante mi brazo izquierdo haciendo la (V) que era nuestro símbolo de
Venceremos, vi a lo lejos que llegó a la ventana apurado y jadeante Fernando,
Ciro te llamaban en el contingente, más usaste Lucho como seudónimo cuando
trabajábamos juntos, me decías a todo pulmón que debía ir al pabellón de “Admisión”
donde estaban las compañeras esperándome, contesté que lo pedí pero que no me
dejaban ir, por eso me quedaría en el “gallinero”. Entonces, todos los compañeros
comenzaron a agitar pidiendo hablar con el alcaide de turno, mientras yo
explicaba tanto a la Guardia Republicana (custodios policiales) como a la delegada
senderista que no ingresaría a ese pabellón pues me correspondía estar junto a
mis compañeras; ahí note tu mirar, mientras el resto reclamaba en voz en
cuello, sentí tu mirar doloroso de verme presa, con yeso en mi brazo derecho y
ya sabias que tu bebé, nuestra bebé, estaba en mi vientre. Leí en tu mirar que
hubieres dado todo por no verme así y en ese lugar recluida, yo volví a
levantar mi brazo haciendo la V con mis dedos, reaccionaste y también respondiste
con la misma señal; nos dábamos fuerza aun en la adversidad.