Wikipedia

Resultados de la búsqueda

viernes, 13 de enero de 2017

¿HASTA CUANDO?


Era mi cuarta detención, en mayo de 1993, llegaste junto con Liz a las dependencias de la DINCOTE, me dejaron verte, te vi más ancianita, tus cabellos grises, tus lentes gruesos pero que no ocultaban tu dulce mirar, tu suave voz que jamás me lanzó un reproche ofensivo, tu cuerpo encorvado que caminaba lentamente, pero tu inmenso amor  de madre hacía que llegaras hasta el corazón mismo de ese tenebroso cuartel policial. Te vi y mi ser se estremeció de amor y también de temor de que te hagan algo, inmediatamente sentí tu sufrimiento, combinado con esa fuerza tan tuya que brotaba como una luz que iluminaba y tranquilizaba mi alma. Nos miramos y te abracé con ese amor infinito.

El llanto pugnaba por salir…, pero era un acuerdo tácito entre las dos, ¡No lloraríamos! Estábamos para darnos fuerza mutuamente, y esa era una forma de mantenernos en pie. Fueron unos minutos eternos, que me sirvieron para guardarlos como el tesoro más grande, pues me llegarían momento muy difíciles y tu solo presencia me subliminaba. No te había visto  hacía más de tres años…, cuando ibas a visitarme al penal Miguel Castro Castro, habías envejecido, tu diabetes te estaba consumiendo, pero te consumía más el dolor de saberme expuesta al peligro y a los daños que conocías me hacían y me harían. Nunca supiste de mis labios todo lo que me hicieron, jamás escuchaste una queja mía por lo que me tocaba vivir, pero eras mi madre y te dabas perfecta cuenta de lo terrible de mi situación. No sabía que pasaría, no sabía si volvería a verte, solo tenía la absoluta certeza de que me amabas, y yo te amaba infinitamente…, terminados los minutos, teníamos que despedirnos…, nos abrazamos y en un susurro, mirándome me preguntas “¿HASTA CUANDO?”

 Me estremecí, por primera vez escuché de tus labios la necesidad de sentirte en paz, tranquila, de tener a tu Lucerito a tu lado, sin miedos ni temores, sin la angustia de no saber que le pasará a su hija, a pesar de que evitaba de que te enteraras de las atrocidades que sucedía y que tuve que soportar, te llegaban comentarios de los sucesos de violencia política y la violencia del Estado.

Te miré como mira una hija pidiéndole disculpas y a la vez pidiéndote (nuevamente y egoístamente) que me ayudes a ser fuerte en ese momento…” No lloremos madre, no delante de ellos”; tragaste saliva y erguiste tu rostro, con esa tu firmeza de siempre, me besaste y yo a ti…, mi ser se quebrantó, me apuraron para retirarme, no quería que me veas sufrir, te di una sonrisa y tú me contestaste con otra que endulzaba tu rostro, me aleje rápidamente.

En la soledad de mi celda transitoria, en silencio el llanto mudo dejo salir el dolor de mi alma, ¡¿cómo podía ser tan grande su amor por mí?! Que podía responderle a ella ante tamaña pregunta “¿Hasta cuando?” Ni yo misma lo sabía, ¿cuándo acabaría todo esto? Mi convicción de lucha es mi esencia de vida, y por ello estoy dispuesta hasta dar mi vida misma, pero acaso ¿no estoy siendo egoísta al no pensar en el sufrimiento que les causo a mi madre y a mi familia? Créeme madre, que este cuestionamiento íntimo lo he llevado y lo llevo a flor de piel.

“¿HASTA CUANDO?”  No termino de hacerme esa misma pregunta, hoy mayo del 2011, después de más de 20 años de carcelería, de haber vivido situaciones terribles y de saber que se darán más situaciones semejantes. ¿Hasta cuando quieren que siga acá presa? ¿Hasta cuando estoy (estamos) negada (os) a una vida como ser humano en libertad? ¿Hasta cuando tienen que esperarme mis seres más amados: mis hijos y mi familia, para vivir juntos?

Quisimos alcanzar la transformación social por el bien común, pero no lo conseguimos; muchos han muerto en el camino, otros están lisiados, otros presos como yo; entregué todo lo que tenía por un ideal, luché con convicción por un Perú Justo, libre y soberano. No tengo nada material, mas creo que mi más grande triunfo es estar viva, cuerda y con harto amor por entregar, me revitalizo con la confirmación de que los que poseen amor en su interior no podrán ni pueden ser indiferentes ante las injusticias. Y sé que así como antes, ahora muchos se preguntarán:

¿Hasta cuándo niños tristes por no poder saciar su hambre?
¿Hasta cuándo pueblos cuyo territorio es avasallado por la contaminación y derivación minera y petrolera?
¿Hasta cuando las mujeres violentadas por ser consideradas seres inferiores, “débiles”, o un objeto de pertenencia?
¿Hasta cuándo jóvenes sin trabajo y/o estudio sin oportunidad de demostrar sus capacidades?
¿Hasta cuándo ancianos abandonados a su (incierta) suerte?
¿Hasta cuándo tanta desigualdad en la distribución de la riqueza que posee nuestro Perú?
¿Hasta cuándo mujeres y hombres exprimidos en sudor con 12, 14,16 horas de trabajo?
¿Hasta cuándo caritas sucias y niños desamparados sin un techo, educación y salud?
¿Hasta cuándo una clase política manchada sus manos de corrupción, comprando conciencias y voluntades?
¿Hasta cuándo madres angustiadas por el futuro (incierto) de sus hijos feliz?
¿Hasta cuándo la violencia en las calles?
¿Hasta cuándo no podremos tener una vida digna y feliz?

Entonces, cuando se hallan podido contestar esas preguntas, cuando actuemos hacia el camino de bienestar social, solo ahí madre, podré contestarte y también contestarme a mí misma. TE AMO



No hay comentarios:

Publicar un comentario