Porque creo
que hay muchas voces silentes a las que han censurado, voces (como las mías)
que requieren ser escuchadas, pues son (somos) parte de este Perú tan rico y
diverso. Es un deber aprender a escucharnos con tolerancia, serenidad y
constructivamente.
Es evidente
que no tengo la facilidad, dada mis circunstancias de encierro, para hacer
fluida y directa mi expresión virtual; a pesar de la escasa información al que
tengo acceso, soy consciente de los cambios mundiales, las tendencias políticas
en los países, las urgencias y peligros a causa de la contaminación ambiental,
las carencias y las necesidades aun no resueltas de la población en el Perú,
las caídas de los paradigmas y dogmas, la renovación del ideario transformador
que asumen las nuevas generaciones, la indignación activa de la población
cansada de discriminación, xenofobia, marginación, explotación, etc, la
búsqueda de alternativas colectivas y solidarias , el compromiso de las que
hace varias décadas, en países de América Latina , insurgieron y hoy se
declaran (me declaro) constructores de paz y justicia social, participando
políticamente en democracia, siendo actualmente , varios de ellos, presidentes
de sus respectivos países, enarbolando (me sumo a ello) la EQUIDAD económica,
la participación ciudadana plena, la paridad de género, la inclusión social, el
respeto a las nacionalidades y comunidades andinas y amazónicas, considerar las
diferencias y a las minorías como motor de empuje de proyectos nacionales.
Ya el Perú
ha recorrido, a fines del siglo XX un camino doloroso e hiriente, muchas son
las causas de aquel conflicto, mas pocos son (somos) los que asumimos la
responsabilidad de nuestros actos y la consiguiente voluntad de reconocer
errores que conllevaron directa e indirectamente al sufrimiento de mucha gente,
he pedido perdón a mis hijos, familia y
sociedad haciéndolo expreso ante la Sala Nacional de Terrorismo – SNT, (2004)
que me juzgó y sentenció a 30 años de prisión. En un Perú post conflicto se
hace necesario reconstruir nuestra memoria -
entendida esta como la suma de todas las verdades personales y/o
colectivas – como paso para sanar heridas del alma y colectivas , demostrando
cada cual voluntad de contribuir a ello.
Fui formada,
junto a la juventud de mi época, en el ideario transformador y revolucionario
de la sociedad, igualmente que es la realidad la que supera - a menudo – las
teorías, y por eso mismo, uno debe adecuarse a los cambios sociales y
mundiales. Parafraseando a nuestro Amauta José Carlos Mariátegui “Nos somos ni
calco ni copia, sino creación heroica” aportemos a esta creación. Por ello me reivindico
el derecho a hablar, a respetar y que (me) respeten los derechos civiles y
políticos de cada uno de las y los peruanos.
Bienvenida al futuro, donde el encierro no existe, y este es un instrumento para que ejerza su derecho a expresar ante toda adversidad sus sentimientos, su amor por la vida y pensamientos, gran apertura y desde Venezuela le enviamos todo el afecto y la solidaridad.
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